jueves, 28 de octubre de 2010

Españoles: Paul ha muerto

Para quien no lo sepa, Paul era un pulpo. Pero no un pulpo cualquiera. Era adivino. En el pasado Mundial de Fútbol celebrado en Sudáfrica, metían en el acuario donde vivía dos urnas cerradas, con un mejillón dentro de cada una, y las banderas de los equipos que jugaban en el partido que debía acertar. La bandera del mejillón que prefería nuestro amigo indicaba al equipo ganador.

Paul fue acertando los partidos uno a uno, adivinando el ganador del encuentro. Cuando entraba la bandera de España, nuestro querido octópodo la elegía antes que la del rival. Y así, partido a partido, acierto a acierto, acompañó a la Selección hasta la victoria final.

No voy a entrar en consideración si los aciertos se debían a la casualidad, si eran guiados de algún modo, o si realmente era un pulpo mágico. Tampoco sé qué habría pasado si hubiera predicho la derrota de España. Lo que sé es que tal y como se desarrollaron los acontecimientos, el Pulpo Paul se convirtió en un héroe nacional, a pesar de vivir en Alemania.

No creo que nadie, o casi nadie, tome como una tragedia su muerte. Unos cuantos creerán en sus dotes adivinatorias, y hasta habrá quien diga que sin Paul no hubiera habido victoria. La mayoría se tomaron a guasa las adivinaciones y ahora lloran la pérdida con lágrimas de cocodrilo.

Yo, que muchas veces critico esta sociedad, por lo alienante y descerebrada que es, por enmascarar las individualidades por el bien común, por estar llena de gente que protesta por todo pero no hace nada a cambio, no veo en este caso un problema social, sino de comunicación.

La muerte de Paul aparece en las portadas de los periódicos, en los telediarios y en las tertulias. Los medios le han dado una cobertura mucho mayor de la necesaria, y mucho mayor de la solicitada por un pueblo que consideraba el asunto como una broma cuyo tiempo ya pasó.

Y eso ¿por qué? Porque ya lo dijo el Cesar hace dos mil años: al pueblo, pan y circo. Mientras estamos entretenidos con noticias como esta, con el fútbol y la fórmula 1, con las tertulias vacías y los programas de cotilleo, seguiremos protestando por los problemas que sufrimos, pero seguiremos sin hacer nada.

Creo que va siendo hora de dejar de ir al Circo y empezar a ir al Senado.

0 comentarios:

Publicar un comentario