martes, 8 de enero de 2013

Llámalo "x"

Muchas cosas han pasado en todo el tiempo que lleva este blog inactivo. La crisis económica está causando estragos, los recortes nos están afectando a todos y la mayoría no pasa de la protesta de bar, pero pensando que tenemos suerte y que podría ser peor, como si esa actitud garantizase que el futuro no será peor para nosotros.

Hace ya más de año y medio surgió una protesta popular, que pretendía mirarse al espejo de las revueltas árabes cuyos efectos estamos empezando a ver, no sin cierta preocupación. El movimiento, llamado 15M por la fecha en la que se inició, y perroflautas por los que pretendían denostarlo, tenía un objetivo claro: hacer ver a la clase política que los ciudadanos no nos sentimos representados por ellos, y que reclamamos una política más dirigida a los ciudadanos, y menos a los poderes económicos.

Pero el planteamiento tenía un enorme error: a pesar de declararse no alineado ni con la derecha ni con la izquierda, su mensaje sólo podía calar en aquellos que siempre se han considerado "de izquierdas" o "progresistas", mientras que los de la "derecha" tradicional se mostraban impermeables ante sus ideas. Esto, unido a que el movimiento se inició en plena campaña de elecciones autonómicas y municipales, acabó dando un gran poder al Partido Popular. Y no contentos con el resultado, repitieron estrategia durante los siguientes meses, con el resultado que todos conocemos. Mayoría absoluta del Partido Popular y libertad absoluta para aplicar todos los recortes que estamos viendo. Y ahora no sirve llorar.

Sinceramente, no sé si fue un enorme error de cálculo o una trampa en la que caímos como idiotas. Un enorme Caballo de Troya puesto por los que al final han resultado beneficiados del movimiento. Porque no me valen las victorias morales, que los grandes partidos hayan tenido menos votos que nunca, ni que la ley electoral es injusta. Porque a la hora de plantear la protesta, ya conocían cómo estaba dispuesto el campo de batalla.

Para mi buena parte de este "error" ha sido la inexistencia de un partido o plataforma para aglutinar el voto descontento, lo que ha llevado a la disolución de cualquier posibilidad de conseguir algo.

Muchos partidos han intentado aglutinar ese voto descontento. UPyD ha sido la más beneficiada, a pesar de ser un partido que no aboga por un aumento de la participación ciudadana, sino que busca la recentralización del estado, alejando los centros de decisión del propio ciudadano. Lo único relativo a la participación ciudadana en su programa es el modo de repartir los escaños, en el que pide un sistema que casualmente le beneficia. No pide mayor participación en forma de referendums, consultas o iniciativas legislativas populares.

Pero hay más partidos aparte de los grandes partidos tradicionales y UPyD. Están nuevos partidos que buscan aglutinar los votos de izquierda, como Equo, los que plantean la revolución del voto en blanco como Ciudadanos en Blanco o los que tienen objetivos más específicos como PACMA o el Partido Pirata.

Hoy se ha presentado otro partido con el mismo objetivo. Se llama "Partido X"  (al publicar este artículo la web todavía no estaba operativa) que dice venir del futuro donde el reset del sistema ya se ha producido, y los ciudadanos tienen un auténtico poder de decisión. Se presentan con un logo que parece sacado de una secta, y con un mensaje muy bonito hablando de las bondades de un sistema donde los políticos no son más que trabajadores al servicio del Pueblo.

Perro el Partido X repite los mismos problemas que el resto de "partidos del descontento" y que el mismo movimieno 15M. ¿Cómo piensan conseguirlo? Porque las intenciones están muy bien, pero el plan de acción como que no queda muy claro. Que mucho venir del futuro pero no nos dicen cómo ni cuándo se ha logrado, y ni han sido capaces de ver los problemas que han tenido al publicar su web.


lunes, 28 de marzo de 2011

De la mano por la vida

Hace ya varios años, en Estados Unidos se produjo una guerra judicial entre varios ciudadanos anónimos y las grandes compañías tabaqueras. Estos ciudadanos, enfermos de cáncer en su mayoría, acusaban a la industria del tabaco de venderles un producto dañino para la salud, que les había producido una gran adicción que había derivado en sus respectivas enfermedades. Eso, y que no les habían informado de los peligros del tabaco.

Esas demandas me extrañaban sobremanera, porque siempre había considerado que los peligros del tabaco eran bien conocidos, y que aquel que comenzase a fumar, sabía dónde se metía, al igual que los que beben y los que toman cualquier otro tipo de droga. Claro que entonces el tabaco no estaba mal visto, al contrario, se veía como signo de haber pasado a la edad adulta. A mí, con quince años, me preguntaban si todavía era un crío por no querer aceptar un cigarrillo, y eso a ciertas edades es muy difícil de rebatir.

Quien acababa enganchado al tabaco, podía, por tanto, echarle la culpa a la presión social, o a no hacer caso de los riesgos, pero nunca a no haber sido informado de tales riesgos. Al menos aquí.

En Estados Unidos, no sólo argumentaban que no conocían los riesgos porque las tabaqueras no les habían informado, sino que además, los tribunales les daban la razón.

Puede que tuvieran algo de razón, y que durante décadas ocultaran deliberadamente los peligros del tabaco. Pero las tabaqueras no son el único medio de información sobre el tabaco. Hay que ignorar informaciones e informes que llevan décadas avisando del problema. La actitud de las tabaqueras ha sido igual en todo el mundo, y casi únicamente en Estados Unidos fue motivo de condena.

Todo esto me hacía plantearme si los habitantes de Estados Unidos eran tan simplistas como parecía. Porque esa era la impresión: parecía que no eran capaces de tomar criterio propio, y había que darles la información bien mascadita, porque si no, se sentían engañados y te podían demandar. Y parecía que si una persona no había entendido perfectamente los riesgos, o se producía algún deseo no deseado, el culpable era el proveedor, no el usuario que posiblemente esté actuando de un modo negligente. ¿Qué culpa tiene un fabricante de café si yo acabo sufriendo insomnio por un exceso de café?

Esta manera de ir por la vida, tan infantil, tan despreocupada, en la que nosotros jamás somos responsables de nuestros actos, obliga a poner un exceso de celo a base de medidas de seguridad que a veces rozan lo absurdo, advertencias y avisos que nos hacen parecer unos bebés reprendidos por nuestros padres, y hasta retirada de productos por su potencial peligro.

Y somos las personas que queremos que nos traten como adultos, que queremos decidir por nuestra cuenta qué hacer y qué no, qué usar y qué no, valorar las posibles consecuencias y aceptarlas, los que no podemos elegir con libertad.

Esto me pasó hace tan sólo unos días. Con cierta frecuencia solemos visitar un restaurante mexicano. La comida de México tiene la fama de ser muy picante, aunque, como todo, depende de lo que le guste cada persona. En el restaurante en cuestión, la comida de base no pica, y ofrecen salsas más o menos fuertes a gusto del consumidor.

A nosotros nos gusta el picante, y mucho. Por eso, siempre pedimos el picante más poderoso, el que no suelen ofrecer porque es demasiado para la mayoría de los clientes. Lo hacemos sabiendo el aguante que tiene cada uno, y hasta qué punto lo podemos soportar.

Pues bien, ese día, pedimos el picante que nos gusta, y la respuesta que recibimos fue que ya no lo sirven. ¿El motivo? Por su potencial peligro. Al parecer, una noche lo pidió un cliente, que sin hacer caso de la advertencia de lo mucho que picaba, se metió en la boca una gran cantidad, con los consecuentes problemas médicos que supuso. Al parecer no hubo demanda, pero el susto, y para evitar que pudiera ocurrir en el futuro, decidieron retirarlo.

Y nosotros, que llevamos años disfrutándolo (y sufriendo sus efectos con estoicismo), ya no podemos degustarlo porque alguien cometió una imprudencia, de la que, seguramente, no se sentirá responsable.

Y aquí estamos, de la mano para no hacernos pupa, porque somos adultos, pero no aceptamos la responsabilidad de serlo.



lunes, 21 de marzo de 2011

Las tallas grandes también existen.

Los cánones de moda son los que son y poco, o mucho, más hay se puede hacer o decir sobre ello. La polémica sobre las medidas de las modelos hace años que está en la palestra no es nada nuevo, su extrema delgadez es alarmante en muchos casos y si bien hay pasarelas donde se controla hay otras que pasan olímpicamente y si lo que desfila son huesos enfundados en alta costura mejor que mejor.

Pero no es de modelos ni de pasarelas de lo que va este articulo. Es de moda. De esa moda que solo pueden lucir las féminas con tallas inferiores a la 44. Y no hablo precisamente de alta costura, sino de la moda que está al alcance de cualquier bolsillo y que se puede adquirir en grandes almacenes.
De esas prendas que nos gustan a todos pero que siguen sin poder lucir todo el mundo. O te ajustas a las medidas estándar de los fabricantes, es decir en este caso no se puede tener más de una talla 46, o pasas a tener que usar una ropa que cuando menos es de un dudable gusto.

Si tenemos la desgracia de usar una talla grande, y entendamos por grande toda aquella talla que sobre pasa la 54 – que si, que eso es muy grande, lo se. Pero es que hay gente que usa incluso diez tallas más, es decir una 64 y también tiene derecho a la vida, no? – resulta que no encontraremos el jersey rojo que hemos visto y que tanto nos ha gustado. No se hace en talla grande, y tenemos que conformarte con un jersey en tonos oscuros que nada tiene que ver ni en modelo, ni en tejido con el que nos gustaba. Este segundo jersey no es que no nos guste, es que no se lo pondría ni nuestra abuelita de 90 años porque lo encontraría carca y anticuado.

Que exagero? no os lo creáis. Me quedo corta.

Si nos damos una vuelta por la sección de tallas grandes de una cadena comercial que se digne a tenerlas, que esa es otra, vemos que la ropa es, en su inmensa mayoría, fea, pero fea de asustar, a la par que oscura. No hay modelos llamativos ni atractivos. Es como si las personas que usan esas tallas tuvieran que esconderse y pasar desapercibidas y por ello que mejor que una ropa horrenda y oscura que no llame la atención para nada?.

Hay personas de todas las edades que usan esas tallas grandes. Desde jovencitas a personas de media edad o personas ya entradas en años, pero todas ellas acostumbran a tener algo en común y es un mínimo de gusto.

A los fabricantes de ropa les supondría un esfuerzo enorme ampliar su tallaje para que todo el mundo pudiera lucir la misma ropa? No creo. Es más para ellos sería un beneficio añadido pues las ventas aumentarían, cuando más variedad en tallas más personas pueden comprar la prenda, no hace falta ser muy inteligente para llegar a ello, no?
Pues porque no se hace? y a esa pregunta os garantizo que no le veo respuesta alguna, o al menos no que sea medianamente coherente.

Otro de los recursos de las personas con tallas grandes suele ser la venta por catálogo, pero aquí el problema es aun más grande, a los que ya he dicho se le suma la subida de precio con la talla, cosa que en principio no pasa en las tiendas. La ropa es igual de fea, poco variada y oscura – a lo sumo hay de color blanco, que si que es claro, pero que no es un amarillo pollito o un verde pastel por poner dos ejemplos – y además más cara. Manda Huevos!!

Espero que algún día una de esas cadenas que se precian de vender ropa para todo el mundo, tipo el grupo Inditex y todas sus cadenas de tiendas, abran los ojos y se den cuenta que esa camiseta azul cobalto con un perrito blanco que es divina de la muerte puede llegar a confeccionarse en una talla 60 o superior y no por ello dejará de ser tan divina de la muerte como era hasta entonces. Mientras seguiremos viendo esperando el milagro.




miércoles, 16 de marzo de 2011

Nuclear

Hace unos días se produjo en Japón uno de los terremotos más importantes de la historia. Ese terremoto, y el posterior tsunami han producido en el país unos cuantos miles de víctimas. Si se hubiera producido en un país menos avanzado, la cantidad de fallecidos habría sido inconcebible.

Y es que Japón, que se encuentra en una de las zonas de mayor actividad sísmica del mundo, está acostumbrado a los fuertes terremotos, y tiene unas normas de construcción de cualquier edificio muy específicas para poder soportar estas catástrofes.

Sin embargo, todo tiene un límite, que suele estar basado en el historial telúrico de la zona en cuestión. Y esas normas de poco sirven si el terremoto producido supera el nivel para el que han sido diseñados para soportar.

Eso mismo es lo que está pasando en Japón ahora mismo, en la central nuclear Fukushima. Esta central fue diseñada para soportar terremotos de siete grados y medio en la escala de Richter, cuando el seísmo producido el día 11 de marzo alcanzó nueve grados.

Japón es una isla sin recursos naturales propios, y precisamente por su condición insular, es complicado abastecer al país con recursos extranjeros, por lo que parece lógico pensar en la energía nuclear como principal método de producción eléctrica en el país, ya que cualquier alternativa parece difícil de implantar en un espacio como ese.

Desde hace décadas (sobre todo desde el accidente de Chernobyl), nos están diciendo, en contra de nuestros instintos, que la energía nuclear es segura, que se toman todas las medidas de seguridad necesarias para que cualquier eventualidad sea atajada sin poner en peligro a los habitantes de las zonas próximas a la central.

Pero todos sabemos que la seguridad absoluta no existe. Estamos viendo estos días en Fukushima que hay eventualidades no previstas, o previstas y rechazadas como improbables. Se diseñó la central según los seísmos que se habían registrado históricamente en la zona, pero no se planteó que tuviera que aguantar un terremoto más potente. Y el accidente provocado por ello, mantiene en vilo al planeta entero, ya que no se sabe cómo va a terminar.

Todo esto plantea dudas no solo en el país del Sol Naciente, sino en todo el mundo. Los que hace unas semanas decían que las centrales nucleares eran totalmente seguras, ahora anuncian revisiones adicionales. En varios países europeos se encontraban en proceso de renovación de las licencias de las centrales más antiguas. Esos procesos, que antes no planteaban dudas, ahora requerirán pruebas adicionales.

Pruebas, que seguramente jamás conoceremos en qué consisten y serán superadas en su totalidad, por lo que todo volverá a la normalidad… hasta que vuelva a pasar algo en otro lugar del mundo.

He hablado sólo de seguridad, sin comentar una de las críticas más importantes que se producen por parte de las asociaciones de ecologistas: la energía nuclear produce unos residuos altamente radiactivos, que permanecen activos, y por tanto hay que almacenar, durante miles de años, creando un problema que va aumentando con el tiempo, y difiriendo el problema a las generaciones futuras.

No sé si en Japón tienen alternativas a la energía nuclear. Seguramente sí, pero con el problema de un mayor coste. Pero, a la vista de los hechos, hay que plantearse si es el mejor método, en Japón y en otros países del mundo, incluida España. Porque, por muchos sistemas de seguridad que se pongan, por muchas eventualidades planeadas, siempre habrá algo que esté fuera de control, lo que producirá un accidente de consecuencias insospechadas.



sábado, 5 de marzo de 2011

Sobre normas y límites

Al gobierno español se le puede llamar de todo menos aburrido. Se empeña, un día sí, y otro también, en proporcionarnos temas de conversación que producen intensos debates.

Y es que, cuando el país todavía permanece dividido en dos bandos por culpa de la ley antitabaco, se ha sacado de la manga otra norma que ya está dando mucho que hablar. Me refiero a la limitación de velocidad en autovías.

Esta medida, que tiene carácter temporal, reduce la velocidad máxima en autovías de 120 kilómetros por hora a 110. El objetivo, reducir el consumo de combustible, con el ahorro consiguiente en la factura petrolífera. Por no comentar que el medio ambiente alguna mejoría notará.

Y al igual que con el tabaco, el país se ha dividido en dos mitades antagónicas. Los que están de acuerdo con las tesis y los cálculos del gobierno tienen que discutir con los que afirman que se producirán más atascos, y los que se creen con el derecho de ir a la velocidad que quieran.

Yo considero que la discusión tiene una trampa desde el principio. Se protesta por la reducción de un límite que no era respetado por buena parte de los conductores que utilizan las autovías. Son precisamente los que más protestan por el cambio de norma los que menos respetaban el límite anterior, lo que hace pensar que este lo respetarán del mismo modo… sólo cuando pasan por un radar.

Últimamente nos creemos con derecho a todo, cuando se nos limita algo por el motivo que sea, por muy válido que sea ese motivo, ponemos el grito en el cielo criticando al estado controlador, si multan para hacer cumplir la ley, nos quejamos del estado represor. Y quien no respeta esta clase de normas, considera intolerante a quien pide que se respeten.

Con estas cuestiones surgen contradicciones cuanto menos curiosas. La primera, es que si una persona está a favor, por ejemplo de la reducción de velocidad pero en contra de la ley antitabaco, puede acabar criticando en un caso los mismos argumentos que usa en el otro, sin darse cuenta siquiera que usa tesis opuestas en cada caso.

La otra contradicción es más seria. La ciudadanía en general se muestra muy activa para criticar estas limitaciones de derechos, pero cuando se trata de derechos más importantes, como los laborales, agachan la cabeza y se conforman con los que les queda, diciendo la famosa retahíla de “al menos sigo teniendo trabajo”



martes, 22 de febrero de 2011

Gadafi :¿Ángel o Demonio?

El mundo está cambiando a marchas forzadas. Para muestra solo hay que echar una ojeada al mundo islámico y ver la cantidad de revueltas y sublevaciones que se han producido en poco tiempo, en semanas. Se han cansado de sus dictadores, de esos regímenes autoritarios que vienen soportando década tras década. Es como si de pronto los países árabes hubieran abierto los ojos. Empezó Túnez derrocando a Ben Ali, quien fue su presidente desde 1987. Le siguieron Egipto, Argelia, Marruecos, Yemen, Bahréin y Libia.Seguro que habrán más, muchos más.

En estos momentos el mayor foco de atención mundial es Libia y sus revueltas, las más sangrientas. Las que se han intentado sofocar de una manera más bárbara, tirando bombas desde los helicópteros. Donde los soldados están desertando para no tener que abrir fuego contra su pueblo. Todo ello lo podemos resumir en una sola palabra: Gadafi.

Es un personaje variopinto donde los haya. Consiguió hacerse con la presidencia de su país, con solo 27 años y cuando era un verdadero desconocido. Ha sido capaz de proclamar en 1977, la “jamahiriya“, sistema político que se saca de la manga y que viene a ser el estado de las masas, con lo cual ahora se atreve a decir que si las cosas no funciona la culpa es del pueblo, ya que el poder es suyo. Desfachatez no le falta, lleva más de 40 años al mando de Libia.
Cierto es que Libia es el país árabe con mayor esperanza de vida y con mayor nivel cultural. ¿pero que precio a tenido que pagar por ello?

Ha respaldado a los tiranos más sangrientos que jamás hayan existido: Bokassa, Mobutu y Idi Amin. Ha apoyado a Ben Ali y Mubarak cuando sus pueblos se sublevaron. Cuando Ben Ali cayó dijo que Libia no era Túnez. Lo ha demostrado con creces. Ha sacado la artillería pesada al mínimo connato de revuelta y asegura que él no piensa irse que antes morirá como un mártir. Hay quien dice que está solo y que lo que quiere es quemar Libia antes de aceptar la derrota.

Pero la visión que el mundo tiene de él ha cambiado varias veces. Gadafi ha pasado por todos los apelativos que puede pasar una persona. Ha pasado de ser odiado y denotado por Estados Unidos y Europa a ser elogiado por estos mismos países, para volver a ser el tirano sin escrúpulos. ¿Líder hábil, revolucionario e idealista o un dirigente imprevisible y déspota? Depende nos sople el viento está claro.

Fue bombardeado por Estados Unidos en 1986 - El palacio presidencial sigue en ruinas desde entonces como símbolo contra el “invasor extranjero”- pero a pesar de ello acabó por ponerse al lado de Bush en su guerra contra el terrorismo. Y en 2008 fue invitado por Obama a una cumbre del G-8. Incluso propuso la paz entre Palestinos e Israelíes, de quienes acabo afirmando que eran idiotas. El petróleo mueve montañas.

Ahora, la alta comisionada para los Derechos Humanos, Navi Pillay, califica lo sucedido en Libia como "crimen contra la Humanidad". Las tornas han cambiado de nuevo. Gadafi ya no es el estratega inteligente al que se admira, vuelve a ser – lo que ha sido siempre aunque a veces parecía que era mejor ignorarlo- un tirano sin escrúpulos que ahoga a su pueblo.

Hace apenas cinco años que Estados Unidos lo borró de su lista de Estados Terroristas y que restableció las relaciones diplomáticas con Libia. ¿Tanto ha cambiado Gadafi en tan pocos años? Pues la verdad es que no, es que no ha cambiado nada, lo que han cambiado son las circunstancias y la manera de verse las cosas desde Europa y EE.UU. Él sigue siendo el mismo déspota sin escrúpulos, para muestra un botón.

Lástima que todo un país tenga que sufrir tan duras consecuencias para que se vea la realidad de un personaje que siempre ha sido el mismo por mucho que los intereses internacionales nos hayan querido hacer ver lo contrario.

Respondiéndome a la pregunta que planteo en el título: demonio, siempre ha sido un demonio y de los peores.



domingo, 20 de febrero de 2011

El bien y el mal (según Sinde)

Ya está hecho. La disposición adicional segunda, también conocida como Ley Antidescargas o Ley Sinde ha sido aprobada en el Congreso, por lo que ya puede empezar a ser aplicada.

La ley pretende terminar con las descargas ilegales, cerrando las webs donde se distribuyen enlaces no autorizados. La teoría es sencilla, pero en la práctica, es de muy difícil aplicación, por varios motivos, entre ellos, la velocidad y facilidad para crear páginas nuevas, los cambios tecnológicos en las descargas, y el pequeño detalle de que se pirateaba antes de la existencia de las páginas contenedoras, y se seguirá haciendo. Puede que cierto número de personas tengan más dificultad en encontrar el material, pero lo seguirán encontrando.

Ya son varios años los que llevamos discutiendo sobre los derechos de autor, la Sociedad General de Autores, y las descargas de material protegido a través de la red. Si fuera una discusión entre personas, tanta vuelta dada sobre el mismo tema debería haber llevado a un punto de comprensión entre las partes, defendiendo la parte de razón propia y aceptando la del contrario. Pero hemos perdido la capacidad de discutir. Nos limitamos a exponer nuestra verdad, rechazando la del otro, sin siquiera plantearla.

En este caso, se produce una pugna de derechos. Derecho de los usuarios al acceso de la cultura, y derecho de los creadores a cobrar los derechos de autor por su trabajo. Hasta ahí vale.

El problema surge cuando ambas partes se creen poseedores de toda la verdad, considerando que el contrario es, simplemente, un ladrón. Eso está ocurriendo en estos momentos.

Si yo, como usuario, quiero escuchar un disco y me lo bajo de la red gratuitamente y de un modo no legal, ¿soy un ladrón? Depende. Puede que si no lo descargase me lo compraría original, con lo cual hay un quebranto económico en la otra parte, pero también puede que simplemente no tuviese acceso al disco, con lo cual, no hay pérdida económica, sino además desconocimiento del artista en cuestión.

Un artista, como tal, lo que quiere es poder hacer y difundir su obra. El dinero que gana al hacerlo, si lo gana, lo que hace es facilitar la tarea. Si gana lo suficiente con su arte, puede dedicarle todo su tiempo, Si es más conocido, cobre o no cobre por todos los usuarios de su trabajo, será más fácil alcanzar ese objetivo, y sacar más rendimiento (es mejor sacar el 20% de 10.000 que el 100% de 1.000).

Muchos artistas, por esto mismo, no están de acuerdo con la Ley. Consideran que no defienden sus derechos de un modo suficiente. Sin embargo, escuchando a la Ministra de Cultura y a los representantes de los artistas, principalmente las entidades de gestión como la SGAE, parece que todos comulgan con sus ideas. ¿Por qué? ¿A quién representan y defienden?

SGAE significa Sociedad General de Autores y Editores (hace años, la E era de España). Esa E es la clave, ya que son los editores los que económicamente tienen más peso en la sociedad. Los que se quejan que no venden porque pirateamos. Los que llaman ladrones a todo un país.

Pero no tienen en cuenta que Internet lo ha cambiado todo, incluido el modo de consumir la cultura. Mucha gente no quiere gastarse un dineral que no tiene para ir a una sala de cine, o comprar un disco. Quiere modos más económicos, y un acceso inmediato. Acusan de usar ilegalmente la Red para adquirir cultura, cuando no dan una opción válida para hacerlo legalmente. Claro que cuando ese modo exista mucha gente seguirá pirateando, pero otros muchos preferirán el modo legal. A fin de cuentas, sitios como iTunes funcionan como negocio, seguimos teniendo acceso a Internet en casa a pesar de la existencia del Wi-Fi gratuito y vemos televisión de pago, habiendo opciones gratuitas.