domingo, 20 de febrero de 2011

El bien y el mal (según Sinde)

Ya está hecho. La disposición adicional segunda, también conocida como Ley Antidescargas o Ley Sinde ha sido aprobada en el Congreso, por lo que ya puede empezar a ser aplicada.

La ley pretende terminar con las descargas ilegales, cerrando las webs donde se distribuyen enlaces no autorizados. La teoría es sencilla, pero en la práctica, es de muy difícil aplicación, por varios motivos, entre ellos, la velocidad y facilidad para crear páginas nuevas, los cambios tecnológicos en las descargas, y el pequeño detalle de que se pirateaba antes de la existencia de las páginas contenedoras, y se seguirá haciendo. Puede que cierto número de personas tengan más dificultad en encontrar el material, pero lo seguirán encontrando.

Ya son varios años los que llevamos discutiendo sobre los derechos de autor, la Sociedad General de Autores, y las descargas de material protegido a través de la red. Si fuera una discusión entre personas, tanta vuelta dada sobre el mismo tema debería haber llevado a un punto de comprensión entre las partes, defendiendo la parte de razón propia y aceptando la del contrario. Pero hemos perdido la capacidad de discutir. Nos limitamos a exponer nuestra verdad, rechazando la del otro, sin siquiera plantearla.

En este caso, se produce una pugna de derechos. Derecho de los usuarios al acceso de la cultura, y derecho de los creadores a cobrar los derechos de autor por su trabajo. Hasta ahí vale.

El problema surge cuando ambas partes se creen poseedores de toda la verdad, considerando que el contrario es, simplemente, un ladrón. Eso está ocurriendo en estos momentos.

Si yo, como usuario, quiero escuchar un disco y me lo bajo de la red gratuitamente y de un modo no legal, ¿soy un ladrón? Depende. Puede que si no lo descargase me lo compraría original, con lo cual hay un quebranto económico en la otra parte, pero también puede que simplemente no tuviese acceso al disco, con lo cual, no hay pérdida económica, sino además desconocimiento del artista en cuestión.

Un artista, como tal, lo que quiere es poder hacer y difundir su obra. El dinero que gana al hacerlo, si lo gana, lo que hace es facilitar la tarea. Si gana lo suficiente con su arte, puede dedicarle todo su tiempo, Si es más conocido, cobre o no cobre por todos los usuarios de su trabajo, será más fácil alcanzar ese objetivo, y sacar más rendimiento (es mejor sacar el 20% de 10.000 que el 100% de 1.000).

Muchos artistas, por esto mismo, no están de acuerdo con la Ley. Consideran que no defienden sus derechos de un modo suficiente. Sin embargo, escuchando a la Ministra de Cultura y a los representantes de los artistas, principalmente las entidades de gestión como la SGAE, parece que todos comulgan con sus ideas. ¿Por qué? ¿A quién representan y defienden?

SGAE significa Sociedad General de Autores y Editores (hace años, la E era de España). Esa E es la clave, ya que son los editores los que económicamente tienen más peso en la sociedad. Los que se quejan que no venden porque pirateamos. Los que llaman ladrones a todo un país.

Pero no tienen en cuenta que Internet lo ha cambiado todo, incluido el modo de consumir la cultura. Mucha gente no quiere gastarse un dineral que no tiene para ir a una sala de cine, o comprar un disco. Quiere modos más económicos, y un acceso inmediato. Acusan de usar ilegalmente la Red para adquirir cultura, cuando no dan una opción válida para hacerlo legalmente. Claro que cuando ese modo exista mucha gente seguirá pirateando, pero otros muchos preferirán el modo legal. A fin de cuentas, sitios como iTunes funcionan como negocio, seguimos teniendo acceso a Internet en casa a pesar de la existencia del Wi-Fi gratuito y vemos televisión de pago, habiendo opciones gratuitas.

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