domingo, 30 de enero de 2011

La "i" minúscula

Llevamos tres largos años mareando la perdiz de la crisis económica. Después de tanto tiempo, las cifras deberían haber empezado ya a mejorar, pero esto no está ocurriendo.

¿Por qué? nos preguntamos todos. La mayoría tiene claro que el único motivo es la incompetencia del gobierno. Muchos, por la desfachatez del mercado, que obligó a los gobiernos a endeudarse fuertemente para salvar el sistema financiero, y ahora el propio sistema especula precisamente por este alto endeudamiento. Más de uno cree que es la Ira de Dios. Y siempre podremos encontrar gente que defienda los argumentos más locos.

Aparte de considerar que casi todos tienen su parte de razón, y el motivo sería una suma de casi todos ellos (no creo que Dios se meta en asuntos financieros) existen otros motivos para que la recuperación en países como España vaya todo más lento.

La mayor parte del crecimiento económico español de las últimas décadas, han venido de la mano de la construcción y del turismo. Poca industria, poca producción. Mucho servicio y poco bien. Poco progreso real. Teníamos un modo de crecer que garantizaba números rápidos, pero poco estables. Y eso lo estamos pagando.

¿Y por qué tan poca industria? Para entenderlo, hay que retroceder en el tiempo muchos años. Casi treinta. Cuando Felipe González llegó al poder. Se encontró con una industria vetusta, que arrastraba muchos problemas, con un sistema de producción tan anticuado que no era competitivo. Las grandes industrias españolas arrastraban grandes pérdidas y había un riesgo real de colapso. Para evitarlo, realizó una reconversión industrial que fue dura, dolorosa, que dejó a miles de personas sin trabajo. Pero era necesario hacerla.

Una parte de esa reconversión fue la creación de un plan de Investigación y Desarrollo (I+D). Era necesario invertir en investigación para poder tener tecnologías propias. Y era necesario poder convertir esas tecnologías en productos con los que poder competir en un mercado cada vez más competitivo y globalizado.

Esa reconversión a la larga fue beneficiosa, ya que permitió al país remontar y empezar a crecer a un ritmo importante, ayudado también por el dinero que llegaba desde la Unión Europea a la que acabábamos de llegar. El aumento de los presupuestos de I+D tuvo una labor importante en esa remontada.

Tras catorce años en el poder, llegó el cambio de Gobierno. Corría el año 1996 cuando José María Aznar llegó al poder. El cambio se produjo al final de una crisis. El nuevo gobierno, para acelerar el crecimiento, optó por varios cambios en el esquema productivo nacional. Se dio mucho peso al mercado inmobiliario, que estaba poco desarrollado en España y daba mucho margen de mejora, se potenció el turismo más de lo que estaba ya, y se produjeron cambios en la I+D.

Se dejó de hablar de I+D, para pasar al I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación). La innovación tiene muy poco que ver con la I+D, ya que poca investigación requiere, y los resultados parecen novedosos, pero realmente no lo son. Es, como diría Homer Simpson, “coger algo que ya funciona y añadirle un reloj o algo así”.

El motivo de añadir la “i” minúscula es la necesidad de maquillar cifras. Se amplían los presupuestos, parece que vamos progresando, pero realmente poco nuevo hay bajo el sol. Es útil para conseguir buenos resultados a corto plazo, pero a largo… la cosa se tambalea.

Llega el año 2004, y se produce otro cambio de gobierno. Entra José Luis Rodríguez Zapatero, que se encuentra con una economía en franco crecimiento, pero muy desequilibrada. Seguramente sabe que ese desequilibrio a la larga creará problemas, sería necesaria otra reconversión profunda para conseguir un crecimiento menor, pero más seguro.

Tuvo tres años para arreglar las cosas antes de que estallase la crisis. Pero (ya sea por miedo, por mantener su eterno talante o porque la reducción drástica del crecimiento nada más llegar al poder le parecería ser un inútil) no hizo nada.

Si Aznar no hubiera creado un modelo económico de resultados rápidos pero poco sólidos, o si Zapatero hubiera hecho su trabajo cuando podía hacerlo, y no cuando ya es demasiado tarde, la crisis habría llegado y habría sido igual de dura, pero al menos, saldríamos antes de ella.



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