miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ratzinger, homosexualidad, sida y otras menudencias.

A pesar de haber sido educada en una familia católica y mayoritariamente practicante, nunca me he sentido cerca de la iglesia y ya hace muchos años que decidí que ni tan solo me sentía católica.
No es que me sienta cercana a ninguna otra religión, todas me merecen el mismo respeto y la misma opinión. Dejémoslo en que soy atea. Y que este ateísmo, que me ha costado más de una bronca familiar, se ve reforzado en ciertas ocasiones. La última durante la visita de Benedicto XVI a Santiago y Barcelona.

Durante el trayecto de Roma a Santiago, Ratzinger se dirigió a los periodistas que le acompañaban en dicho vuelo, y en un perfecto español soltó “En España ha nacido un laicismo y un anticlericalismo fuerte y agresivo como el de los años treinta".
Dejando de lado que a Ratzinger se le recibió como Jefe de Estado (que lo es) - cuando su visita era como jefe espiritual de la iglesia católica- estás declaraciones solo pueden ser tomadas como una falta de respeto hacia el país anfitrión.
Si en los años treinta aquí se quemaban iglesias y conventos, habría que recordar que en este mismo periodo, Joseph Ratzinger pertenecía a las juventudes hitlerianas, que precisamente no eran hermanitas de la caridad.

Amén de eso, al buen Ratzinger, se le olvida que España, según el articulo 16 punto 3 de su constitución, es un país laico aconfesional, en el que se rinde un culto casi exagerado a todas las tradiciones católicas.

Si nos centramos en la parte económica de la visita vemos que en plena crisis económica que tiene a España sumida en un caos, tuvimos durante el fin de semana del 6 y 7 de noviembre, circulando por las calles de Santiago y Barcelona al taxi más caro del mundo. Se llama papamóvil, y cada hora de trayecto sale por la friolera de 800.000 euros. Pero es que para rizar el rizo, los dos papamóviles que llegaron a España, lo hicieron a bordo de un avión Hércules, perteneciente al ejército español. Es decir fue el dinero del contribuyente el que pagó el traslado del vehículo de Ratzinger.

A ello podemos sumar que los comerciantes de ambas ciudades se quejaban que por culpa de las extensas medidas de seguridad, perdieron dinero durante la visita papal, tenemos un catorce en la quiniela de despropósitos.

Podemos dejar de lado lo que atañe directamente a Benedicto XVI y centrar en los “daños colaterales” que son aun más “divertidos”
El pasado sábado, 13 de noviembre, veía en televisión un reportaje elaborado durante la visita de Ratzinger a Barcelona. De todo lo que contaron dos fueron las cosas que hicieron que por poco cayera del sofá presa de un ataque de risa.

La primera fueron las declaraciones de una monja, quien toda convencida soltó que el preservativo no es un método preventivo del Sida, ya que por los poros del mismo se cuelan el virus de dicha enfermedad – si, esta misma cara que estáis poniendo es la que se me quedo a mi- pero es que para colmo de despropósitos va la periodista que estaba en plató, Isabel Duran y suelta que Green de la Universidad e Harvard también sostiene esa teoría y apoya, ella, que lo mejor es la abstinencia.¡ Ay madre!
Lo que dice Green es que los preservativos fallan una de cada diez veces por lo cual él opina que no son un arma lo suficientemente buena para evitar el Sida, sino que es como jugar a la ruleta rusa.... cazurros, retrógrados hay en todas partes, Harvard no iba a ser menos.

El segunda es el la explicación que dan los transeúntes que habían acudido a ver a Benedicto XVI.
Mientras una pareja de jóvenes nos ilustra diciendo que la homosexualidad es contra natura ya que los animales nunca se aparean macho con macho, una señora muy digna ella, nos cuenta que la familia está compuesta por un hombre y una mujer, que así lo dice Dios y así debe de ser. A lo que yo le preguntaría ¿cuándo vive, solo, una madre con sus hijos no lo podemos considerar familia? ¿y si en una casa habitan varias hermanas juntas, acaso no es una familia, es un aquelarre?
Un personajillo suelta que la homosexualidad se produce por una comida de coco de ciertos ámbitos políticos y que tiene cura, que solo es cuestión de terapia (¡¡ como no!!)
Y yo le preguntaría a tan ducha persona ¿qué podemos hacer por ellos, darles radioterapia a las células homosexuales igual que se la damos las células cancerígenas?

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