lunes, 20 de diciembre de 2010

La auténtica magia

Nada más despertar, la oración de la mañana. Después, a levantarse, poniendo primero el pie derecho en el suelo. En la calle, cuidado con no pasar por debajo de una escalera. No te olvides de leer el horóscopo. Si compras un número de lotería, pásalo por la cabeza de un calvo o la espalda de un cheposo. Al hacer la comida, cuidado con no derramar la sal. Abrir un paraguas dentro de casa da mala suerte. Y no mires mal a una gitana, o te echará mal de ojo. Si quieres saber tu futuro, acude a una pitonisa o a una echadora de cartas, pero no olvides reenviar el último correo en cadena a diecisiete personas en una hora… Y así, casi hasta el infinito.

Vivimos en una sociedad moderna, donde casi todo tiene una explicación lógica, y lo que no, seguramente pronto la tendrá. Lo que hace siglos era magia, misterio o los designios de Dios ahora tienen una explicación. Un eclipse de sol no es obra del demonio. Un terremoto no es el enfado de Dios. Un imán no funciona por magia. Las hierbas medicinales no funcionan por los conjuros de brujas.

Todo eso lo sabemos, nos lo han explicado mil veces. Y sin embargo… seguimos creyendo en la magia, las supersticiones y las pseudociencias. ¿Por qué?

La magia entra cuando hay algo que no podemos explicar. Y cuando digo podemos hablo de nosotros, no del mundo en general. Sabemos, por ejemplo, que el funcionamiento de un ordenador tiene una explicación, una base científica y un desarrollo técnico que ha conseguido que funcione. Pero para la mayoría esa explicación, aunque sea fácilmente localizable, carece de sentido, así que lo tratamos como si fuera magia. Igual ocurre con internet, con la telefonía móvil o con la mayoría de productos tecnológicos.

Al final actuamos igual que hace quinientos años. Tenemos que creernos lo que nos dicen, porque aunque leamos la explicación, no la entenderemos. Y si creemos en la tecnología, ¿por qué no creer en la magia?

El camino es muy fácil. Si hemos de creer que la materia está compuesta de átomos que son casi todo aire, aunque veamos estructuras firmes, ¿por qué no creer en seres compuestos de átomos que no podamos ver? Si aceptamos la existencia de ondas magnéticas (que ni pajolera idea de lo que es, dirán muchos), ¿por qué no creer que esas ondas se pueden meter en una pulsera que nos ayude a equilibrar las ondas de nuestro organismo? Y si aceptamos explicaciones científicas que hacen funcionar un cachivache cualquiera, ¿por qué no creer las explicaciones de un gurú que dice venir de Raticulin?

Es muy complicado distinguir una explicación coherente de una cháchara de pseudociencia. Aprovechan que no podemos saberlo todo para hacernos creer lo que se han inventado.

Y para evitarlo, sólo hay una salida. No creas nada, duda de todo. No creas a pies juntillas lo que te diga el profesor, el periódico o un documental. Google y la wikipedia no tienen todas las respuestas, busca la información que precises por tu cuenta y construye tu propia realidad. Tampoco tienes que saber cómo funcionan todas las cosas, si funcionan y te sirve, déjalo estar. No existe la verdad, salvo tu propia verdad.

Sólo así serás libre, y podrás construir tu propio camino.

Esa es la auténtica magia.


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