miércoles, 1 de diciembre de 2010

Depresión Post electoral

Tres días después de las elecciones catalanas me doy cuenta de que tengo los mismos síntomas que siempre, acabo de entrar en mi enésima depresión post electoral. Lo malo de estas depresiones es que son acumulativas, es decir en nada tenemos elecciones municipales y me temo que el resultado, en mi, será el mismo y de las generales mejor ni hablemos que me deprimo antes de hora solo de pensar lo que puede salir.

Centrémonos en las más recientes, las que más me afectan por cuestiones lógicas, las de la Generalitat de Catalunya. A estas alturas ya no es tanto quien sale elegido como quien deja de salir, da lo mismo, creo que me deprimiría igual.
Para mi, ha salido la opción menos mala de las que podía salir, a pesar de no ser la mía ni de lejos. Lo que está claro es que no podemos olvidar hay que en los años de gobierno de CIU ( y fueron muchos) estuvimos mucho mejor que en los de tripartito ( y sigo diciendo que no es mi opción de voto). La izquierda está pagando muy caro el descontento general que han creado en la sociedad catalana, no han sabido gestionar estos ocho años de mandato y la han cagado en cuestiones demasiado importantes. Está pagando caro el no entendimiento entre los tres socios de gobierno que a veces parecía que iban por tres caminos completamente distintos.

La opción de Montilla como presidente en solitario, sin tripartito, no era una opción valida. Es demasiado centralista, demasiado pendiente y obediente de los designios del PSOE y a eso obedece el descalabro del PSC. Montilla renegó de sus socios de gobierno durante toda la campaña, cosa que muy coherente tampoco es que la vea.

ERC se ha desplomado de una manera casi inesperada, pero su voto se ha repartido entre dos formaciones nuevas y votantes descontentos con su gestión que han hecho caso al supuesto “independentismo” de Mas. Reagrupament se ha quedado a las puertas de obtener representación parlamentaria y Solidaritat Catalana ha obtenido 4 escaños.

De esta escisión del voto independentista asusta que un personaje como Joan Laporta sea capaz de convencer al electorado al punto de ser la segunda opción en muchos municipios. La idea de llegar a tener un presidente capaz de soltar en pleno parlamento frases como “ al loro que no estamos tan mal!” la verdad es que hace que me plantee ser adicta al prozac.

Más asusta que partidos como Plataforma por Catalunya, cuya xenofobia queda patente durante todas sus campañas, se haya quedado a las puertas de tener representación parlamentaria. Eso es realmente alarmante, solo hay que echar un ojo al punto quinto de su “Declaración Programática”.

Preocupa mucho que en Catalunya el PP haya conseguido ser la tercera fuerza política por delante de partidos como ERC o ICV. Mas cuando la campaña del PP se ha basado en premisas xenófobas y demagogia barata. Se sumó al carro de Sarkozy cuando a este le dio por expulsar a los rumanos de Francia, Alicia Sánchez Camacho le faltó tiempo para ir a barriadas de Badalona donde la mayor parte de la población es rumana señalándoles con el dedo y diciendo que ellos eran los culpables de todos los males. Eso por no hablar del panfleto que se repartió por la misma ciudad o del video Juego que sacó en la web del partido durante la campaña electoral .Porque ha conseguido tanto voto? por miedo, en épocas de crisis lo que más impera es el miedo. Miedo a que él de fuera se quede con lo nuestro, miedo a que nos quiten “nuestro lugar” y de eso se ha valido en gran parte el PP.

Mención a parte merece que un partido como el CORI , cuyo segundo de lista no es otra que Carmen de Mairena, obtenga mas de seis mil votos. Esto asusta pero por otros motivos, ¿quién no recuerda el coñazo, que desde tele cinco se está dando, sobre una posible candidatura de la Esteban a las elecciones generales?.Vivimos en un país donde mucha gente no vota por afinidad de ideas políticas, sino por “simpatías” si Carmen de Mairena es capaz de arrancar el 0,22% de los votos, que no conseguiría la Princesita del Pueblo? .

Solo de pensarlo me dan ganas de hacerme adicta al Prozac y salir corriendo al IKEA para comprarme el felpudo “Bienvenido a la República Independiente de mi casa”


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