domingo, 5 de diciembre de 2010

La vida sigue igual (I)

Informativamente hablando, el año ha sido bastante divertido. Seguimos coleando con la puñetera crisis (y lo que te rondaré morena). Tenemos un gobierno que siempre anda con el pie cambiado, una oposición que está preparándose para ganar sin bajarse del autobús y sin hacer nada. Tenemos unos gobernantes autonómicos que despilfarran el dinero público, o directamente lo roban.

Hemos tenido unas elecciones en Cataluña con unos resultados aterradores, con ascensos de la extrema derecha y de un Partido Popular con un discurso populista y xenófobo, donde personajes como Laporta ha sacado buena tajada y Carmen de Mairena saca más votos que Rosa Díez.

Todo esto, y mucho más ha pasado en un año movidito. Parecía que con la llegada de diciembre, la cosa empezaría a tranquilizarse, la gente se preocupa más de las comidas navideñas y los regalos de Reyes. Ilusos.

Diciembre ha llegado con la revolución de la mayor filtración de secretos de la historia. Un cuarto de millón de informes recopilados por el Departamento de Estado de Estados Unidos, a través principalmente de embajadas de todo el mundo, que muestran el modo de trabajar de los servicios de inteligencia norteamericanos (que no es muy distinta a lo que creíamos muchos), y, sobre todo, la facilidad que tienen para conseguir sus objetivos, manipulando gobiernos, jueces y fiscales.

Más que Estados Unidos (que tendrá que explicar cómo es posible que se le escurra tanta información de las manos, con el presupuesto de defensa que maneja), los que quedan en evidencia son los demás países… España, por ejemplo, ha quedado a la altura de una república bananera, con un gobierno demasiado ansioso por recuperar las relaciones bilaterales, y, lo que más asusta, con unos jueces y fiscales siempre dispuestos a reinterpretar la ley para no perjudicar a Estados Unidos.

Podría parecer que esta filtración cambiará el rumbo de la historia. No creo que cambie gran cosa, vivimos en un mundo en el que todo cambia, pero al final todo sigue igual. Estados Unidos seguirá siendo Estados Unidos, el resto de países no van a cortar sus relaciones bilaterales, y el mundo seguirá funcionando del mismo modo, tal y como queda demostrado con el desarrollo de los acontecimientos.

Estados Unidos considera al fundador de Wikileaks, Julian Assange, un peligroso criminal, un terrorista. Es cierto que ha publicado documentos secretos y ha puesto en peligro personas y procedimientos, y es discutible si tenemos derecho a conocer estas cosas o no, si saberlo es información necesaria, o simple cotilleo. Eso es algo que tiene que decidir cada uno. Al igual que es decisión de cada uno decidir si Wikileaks debe seguir existiendo como fuente de información, o ser cerrada por actividad ilegal.

Obviamente, Estados Unidos hace todo lo posible por acabar con la amenaza, de la web y su líder. ¿Y cómo lo hace? Exactamente igual que antes, usando las mismas técnicas y los mismos medios que hasta ahora, repitiendo los mismos métodos denunciados. El proveedor que alojaba su web en Estados Unidos lo ha expulsado, el que lo aloja ahora mismo en Francia está siendo presionado. Paypal ha dejado de darle servicio. Todo ello conseguido mediante las mismas tácticas que se ven en los papeles filtrados.

Así que, tras la revolución, la vida sigue igual.

No es lo único que ha pasado este diciembre que no ha hecho más que empezar, pero eso, es otra historia.

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